A través de marchas, conversatorios, círculos de la palabra y expresiones culturales, las comunidades y organizaciones sociales del Piedemonte Amazónico alertaron que la minería pone en riesgo la vida de varias especies.
En la segunda versión del Festival por el agua, la montaña y la vida los invitados fueron la Danta de montaña (Tapirus pinchaque) y el Oso andino (Tremarctos ornatus), dos ejemplares poco reconocidos en el municipio de Mocoa por lo que organizaciones sociales, ambientales, campesinas, juveniles e indígenas decidieron representar a través de marchas, pendones y máscaras para alzar su voz y sensibilizar sobre sus riesgos y amenazas, pero también para compartir propuestas y experiencias de cuidado.
El Festival, que se realizó del 18 al 20 de agosto de 2023 en la capital del departamento del Putumayo, contó con la presencia de organizaciones defensoras de Derechos Humanos y ambientales, junto con expertos para hablar alrededor de estás especies. Daniel Rodríguez biólogo de la Universidad Nacional y de la Fundación Wii, expuso que las amenazas para el oso y la danta, "además de provenir del cambio climático que genera una modificación en su distribución altitudinal del territorio también se debe a factores humanos como las carreteras, el crecimiento poblacional, la ampliación de frontera agrícola para alimentar más bocas humanas, lo que hace que se rompan corredores biológicos haciendo que la distribución de estas especies se fragmenten mucho más”
El experto, que ha trabajado por más de 38 años en investigación de osos y últimamente en conservación e investigación de danta de montaña de la mano con las comunidades, añade que para el caso de Mocoa una de las mayores preocupaciones es el proyecto de minería de la empresa Libero Cobre (Libero Copper & Gold Corporation) porque allí están las dos especies y uno de los papeles fundamentales en el ecosistema es ser dispersores de semillas:
“La desaparición del Oso y la Danta en el territorio puede llevar a que los servicios ecosistémicos disminuyan en proporción porque son especies sombrilla, es decir que requieren extensiones de territorio gigantescas. Un macho necesita unas 54 mil hectáreas para vivir que es más o menos el tamaño de media Bogotá y una danta un poco menos pero los movimientos de esos animales dispersan semillas que son siembras de árboles y jornales que no se deben pagar y que mantienen la dinámica del bosque y los ciclos de agua” Además agrega “si esto no se cuida, obviamente no vamos a poder comprar agua mientras que si vamos a poder comprar oro o cobre que nos venderan en otras partes del mundo”.
En el encuentro también participaron sabedoras que explicaron que el oso y la danta no sólo tienen una función biológica sino también espiritual para los pueblos originarios. “Ellos son custodios de la memoria y ellos son testigos constantes y milenariamente de la historia de los pueblos, por eso es fundamental el cuidado. A medida que pasa el tiempo ellos tienden a regresar a su origen. Entonces cuando el humano despierte conscientemente va a poder verlos y va a poder sentirlos. Mientras no haya esa conciencia del despertar se va a tener que acudir a las plantas medicinales, por ejemplo, al remedio, la ayahuasca, a la coca, el tabaco para poder conectar con ellos porque antes, en el tiempo crudo que llaman los mayores, ellos si se podían comunicar” Explica Judy Jacqueline Jacanamejoy Chicunque, sabedora del pueblo Kamëntsá del Resguardo de San Francisco.
La sabedora que además es antropóloga, agrega que desde su sentipensar el territorio no es solo físico, “es simbólico, es cultural, espiritual y el territorio es uno mismo. Entonces a veces uno pretende defender la naturaleza, pero ella se equilibra, ella se cuida a sí misma, ella es perfecta. Toca cuidar los pensamientos de uno primero”. Afirma.
Para participantes como Andrés Juajibioy del pueblo indígena Kamëntsá, este festival "más que importante es urgente porque recoge las causas de las diferentes regiones a través de diferentes voces y alrededor de una sola causa: la esencia de revitalizar el espíritu y entender que el agua, los animales, la montaña en este momento todavía nos dan una oportunidad de que podamos protegerlos, protegerlas como es debido porque en el tiempo ya no habrá tiempo para pelear o reclamar por un derecho. Ahora que todavía podemos hacerlo, que estamos a tiempo, es el tiempo. Estoy seguro que la pelea no va a ser por petróleo, sino por el agua, entonces es ahora o ahora para hacer algo”
Unir a la sociedad civil frente a la importancia del cuidado del territorio y de la vida es el propósito que para Paola Chindoy, jovén líder de la Asociación de Mujeres Indígenas - Asomi tiene el festival “La potencia de la juntanza de estas voces genera una acción de sensibilidad a la sociedad para que seamos mayorías sociales en la búsqueda de revertir este punto de no retorno e intercambiar la palabra, inicialmente sobre los riesgos y amenazas en nuestro territorio, pero además sobre posibles acciones”
El festival que fue convocado por el Colectivo Guardianes de la Andinoamazonía, donde confluyen varias organizaciones sociales como Asomi, el Colectivo Hilos de Vida, Colectivo Juvenil La Inconformidad, entre otros, compartirá próximamente un mandato resultado de los tres días del encuentro y que buscará retornar la mención sagrada de las montañas y posicionar a Mocoa como corazón hídrico de la Amazonía.
“Invitamos a los pueblos indígenas, a las organizaciones, a los colectivos a toda la sociedad a que empecemos a vincularnos y seamos conscientes que en la Amazonía colombiana se está desarrollando una actividad extractivista que puede ser una gran amenaza para la humanidad” Agrega Paola Margarita Chindoy quien además asegurá que se seguirán preparando para la tercera versión del festival.
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